Al hilo de la interesantísima conferencia de don José Emilio Rubio Román, nuestro compañero Francisco José Guillamón Cárceles ha recopilado de internet fotos y comentarios muy interesantes.
FOTO: “Jesus, Maria y Marta” Marta significa: “señora; jefe de hogar”.En Betania, un pueblecito cercano a Jerusalén, vivía una familia de la cual dice el Evangelio un elegio hermosísimo: “Jesús amaba a Marta, a María y a su hermano Lázaro”. Difícil encontrar un detalle más simpático acerca de alguna familia: eran muy amados por Jesús.
Los dos primeros años de su apostolado, Jesús estuvo la mayor parte del tiempo en la provincia de Galilea, al norte de su país. Pero en el tercer año se trasladó a Judea, en el sur, y con él sus discípulos. En Jerusalén era bastante peligroso el quedarse por las noches porque los enemigos le habían jurado guerra a muerte y buscaban cualquier ocasión propicia para matar al Redentor. Pero allí, a cuatro kilómetro
de Jerusalén, había un pueblecito tranquilo y amable y en él un hogar donde Jesús se sentía bien. Era el hogar de Marta, María y Lázaro. En esta casa siempre había una habitación lista y bien arreglada para recibir al Divino Maestro, cualquier día a la hora en que llegara. Y tres corazones verdaderamente amigos de Jesús, le esperaban con afecto fraternal. Allí Jesús se sentía como en su casa. (S. Marta es la patrona de los hoteleros, porque sabía atender muy bien). Con razón dice el Evangelio que Jesús amaba a Marta, a María y a Lázaro. Que bueno fuera que de cada uno de nuestros hogares se pudiera decir lo que la Biblia afirma del hogar de estas tres afortunadas personas.
FOTO: “Jesús, Marta, María y Lázaro (2)”
Esta es la historia de 3 hermanos, al parecer huérfanos y solteros, ya que no se hace mención de sus padres ni de sus cónyuges. Vivían juntos en la "aldea de Betania". Eran una familia "amada" (3,5,36) por El Señor Jesús. No por eso exceptuada de los problemas y necesidades comunes a toda familia. Sin embargo, esta tremenda crisis contrastaría las aparentes fortalezas con las latentes debilidades. Pero, al final, en cada una de ellas, El Señor Jesús haría la diferencia.
"MARTA"
Era una mujer que, a pesar de estar entristecida (19) en medio de una tremenda tragedia, estaba muy entusiasmada (20) por la presencia de su "amigo" (11), El Señor Jesús. No importaba si no había estado antes (21), lo que importaba era que estaba ahora. Ella sabía que Dios concedería todo lo que pidiese su amigo Jesús (22).
Jesús responde esperanzadoramente ante la expectativa de ella: "tu hermano resucitará" (23). Ella sin inmutarse y muy segura responde con un ¡eso ya lo sé, por supuesto algún día seguramente resucitará! (24). Es en ese momento que Jesús le especifica "Yo soy..." capaz de hacerlo ahora (25-26). Una vez más, Marta haciendo gala de su fe se reafirma ante Él reconociéndole como "Señor, El Cristo, El Hijo de Dios" (27). ¿Puede haber alguna duda de su fe ante tremenda confesión?
Sin embargo, la convicción no solo es un asunto de confesión, sino también de confrontación y comprobación. Fue esto lo que tendría que pasar al estar en medio del mismo escenario crítico (38). Marta, con una de sus clásicas y seguras afirmaciones que, en este caso, sonaba como una aclaración concluyente, irrefutable, asevera que ya no hay remedio, se ha sobrepasado el límite de tiempo posible (39). Otra vez, su propia confesión estaba sometiendo a una confrontación a su propia convicción, la cual no soportó la comprobación.
"MARÍA"
Era una mujer destacada y conocida por todos (1,2). Aunque no sabemos con certeza quién era la mayor, sí sabemos quién era la más acongojada (19,31,33,45). Tanto que el dolor por la pérdida de su hermano le impidió correr junto con Marta e ir al encuentro de Jesús, aparentemente (20). ¿Sería esto una desconsideración hacia su amigo Jesús?, o ¿lo comprendería Jesús?
No era sin conocimiento que Jesús les amara. Él conocía y comprendía muy bien a María. Jesús, en una demostración de Su Cuidado personal la busca (28). María no lo dudó, e inmediatamente fue donde Jesús se encontraba (29-30). Al llegar donde estaba su amigo Jesús, ya no pudo más con su pesda carga y cayó abatida a los pies de su Señor (32).
Es interesante notar que, Jesús en ningún momento la reprendió por su aparente descortesía, ni la rechazó por su latente dolor.
"LÁZARO"
Era el hombre de la casa, si contaba en algo. Porque con dos hermanas como las que él tenía, quién lo necesitaría. En todo caso, sería el varón más famoso o conocido de Betania por la calidad de hermanas que tenía. Para colmo de males, adquiere mayor notoriedad por haber enfermado (1,2,3,4,6). Pero lo peor estaba por venir, como siempre. ¿Qué cosa más terrible que la muerte?, ¿qué cosa más terrible que la muerte de un joven, la esperanza de sus huérfanas hermanas, la prolongación de su linaje?...La muerte cobró vida [13,14,21,32,39,41,44; 12:1(2),9]. Lázaro, no solo ha muerto, sino ya está hasta enterrado desde hace días (17,39).
"SEÑOR, SI HUBIESES ESTADO AQUÍ"
¿Podría Jesús cambiar esta tragedia?...Pues Él comienza cambiando lo más difícil, a las personas, luego sus problemas. Con Jesús no hay accidentes, enfermedad o muerte, tan solo vida y vida en abundancia (25). Es interesante notar en la Escritura que ninguna persona murió nunca en la presencia del Señor, puesto que Él es "La Vida".
A Marta y María las volvemos a encontrar otra vez juntas (Lucas 10:38-42). Marta, por su lado como antes, muy atenta con Jesús, pero al fin "afanada y turbada con muchas cosas" (41). En contraste, su hermana María, también atenta a Jesús (39), pero sin afán ni turbación, habiendo escogido una sola cosa, la buena parte (42). Esto nos recuerda cuán fácilmente podemos poner toda nuestra atención en nuestro servcio para El Señor y dejar la única cosa que importa que es El Señor. El servicio tarde o temprano produce afán y turbación. El Señor siempre nos da Su Paz. Dios está más interesado en el servidor que en su servicio, por mucho que sea. ¿No es está la "buena parte" y que no hay pierde (42).
Una última escena (Juan 12:1-8) nos permite apreciar una hermosa ilustración dada por estos tres hermanos, solteros, cumpliendo roles de siervos. Cada uno ahora ha crecido en su servicio. Marta disfrutando en el servicio al Señor (2). Lázaro dedicado a la comunión con El Señor (2). Y María dándose por entero a la adoración al Señor (3).
"MARTA"
Era una mujer que, a pesar de estar entristecida (19) en medio de una tremenda tragedia, estaba muy entusiasmada (20) por la presencia de su "amigo" (11), El Señor Jesús. No importaba si no había estado antes (21), lo que importaba era que estaba ahora. Ella sabía que Dios concedería todo lo que pidiese su amigo Jesús (22).
Jesús responde esperanzadoramente ante la expectativa de ella: "tu hermano resucitará" (23). Ella sin inmutarse y muy segura responde con un ¡eso ya lo sé, por supuesto algún día seguramente resucitará! (24). Es en ese momento que Jesús le especifica "Yo soy..." capaz de hacerlo ahora (25-26). Una vez más, Marta haciendo gala de su fe se reafirma ante Él reconociéndole como "Señor, El Cristo, El Hijo de Dios" (27). ¿Puede haber alguna duda de su fe ante tremenda confesión?
Sin embargo, la convicción no solo es un asunto de confesión, sino también de confrontación y comprobación. Fue esto lo que tendría que pasar al estar en medio del mismo escenario crítico (38). Marta, con una de sus clásicas y seguras afirmaciones que, en este caso, sonaba como una aclaración concluyente, irrefutable, asevera que ya no hay remedio, se ha sobrepasado el límite de tiempo posible (39). Otra vez, su propia confesión estaba sometiendo a una confrontación a su propia convicción, la cual no soportó la comprobación.
"MARÍA"
Era una mujer destacada y conocida por todos (1,2). Aunque no sabemos con certeza quién era la mayor, sí sabemos quién era la más acongojada (19,31,33,45). Tanto que el dolor por la pérdida de su hermano le impidió correr junto con Marta e ir al encuentro de Jesús, aparentemente (20). ¿Sería esto una desconsideración hacia su amigo Jesús?, o ¿lo comprendería Jesús?
No era sin conocimiento que Jesús les amara. Él conocía y comprendía muy bien a María. Jesús, en una demostración de Su Cuidado personal la busca (28). María no lo dudó, e inmediatamente fue donde Jesús se encontraba (29-30). Al llegar donde estaba su amigo Jesús, ya no pudo más con su pesda carga y cayó abatida a los pies de su Señor (32).
Es interesante notar que, Jesús en ningún momento la reprendió por su aparente descortesía, ni la rechazó por su latente dolor.
"LÁZARO"
Era el hombre de la casa, si contaba en algo. Porque con dos hermanas como las que él tenía, quién lo necesitaría. En todo caso, sería el varón más famoso o conocido de Betania por la calidad de hermanas que tenía. Para colmo de males, adquiere mayor notoriedad por haber enfermado (1,2,3,4,6). Pero lo peor estaba por venir, como siempre. ¿Qué cosa más terrible que la muerte?, ¿qué cosa más terrible que la muerte de un joven, la esperanza de sus huérfanas hermanas, la prolongación de su linaje?...La muerte cobró vida [13,14,21,32,39,41,44; 12:1(2),9]. Lázaro, no solo ha muerto, sino ya está hasta enterrado desde hace días (17,39).
"SEÑOR, SI HUBIESES ESTADO AQUÍ"
¿Podría Jesús cambiar esta tragedia?...Pues Él comienza cambiando lo más difícil, a las personas, luego sus problemas. Con Jesús no hay accidentes, enfermedad o muerte, tan solo vida y vida en abundancia (25). Es interesante notar en la Escritura que ninguna persona murió nunca en la presencia del Señor, puesto que Él es "La Vida".
A Marta y María las volvemos a encontrar otra vez juntas (Lucas 10:38-42). Marta, por su lado como antes, muy atenta con Jesús, pero al fin "afanada y turbada con muchas cosas" (41). En contraste, su hermana María, también atenta a Jesús (39), pero sin afán ni turbación, habiendo escogido una sola cosa, la buena parte (42). Esto nos recuerda cuán fácilmente podemos poner toda nuestra atención en nuestro servcio para El Señor y dejar la única cosa que importa que es El Señor. El servicio tarde o temprano produce afán y turbación. El Señor siempre nos da Su Paz. Dios está más interesado en el servidor que en su servicio, por mucho que sea. ¿No es está la "buena parte" y que no hay pierde (42).
Una última escena (Juan 12:1-8) nos permite apreciar una hermosa ilustración dada por estos tres hermanos, solteros, cumpliendo roles de siervos. Cada uno ahora ha crecido en su servicio. Marta disfrutando en el servicio al Señor (2). Lázaro dedicado a la comunión con El Señor (2). Y María dándose por entero a la adoración al Señor (3).
FOTO: “Jesús instruye a Marta, María y Lázaro.”
Diseñador: Fray Gabriel Chávez de la Mora, OSB
Realizado por el Arq. Jaime Domínguez Montes, Arte religioso contemporáneo, 2001
“María escogió la mejor parte y nadie se la quitará”
En el camino a Jerusalén, Jesús está decidido a instruir a sus discípulos. Lucas lo muestra como un misionero itinerante.
1. LECTURA
DEL EVANGELIO SEGÚN SAN LUCAS
(10, 38-42)
38 En aquel tiempo entró Jesús en un poblado, y una mujer llamada Marta, lo recibió en su casa. 39 Ella tenía una hermana llamada María, la cual se sentó a los pies de Jesús y se puso a escuchar su palabra. 40 Marta, entre tanto, se afanaba en diversos quehaceres, hasta que, acercándose a Jesús, le dijo: “Señor, ¿no te has dado cuenta de que mi hermana me ha dejado sola con todos los quehaceres? Dile que me ayude”. 41 El Señor le respondió: Marta, Marta, muchas cosas te preocupan y te inquietan, 42 siendo así que una sola es necesaria. María escogió la mejor parte y nadie se la quitará. Palabra del Señor.
María escuchaba a los pies del Señor
Para entender este texto es importante lo que se dice en la parábola del buen samaritano (cfr. Lc 10,25-37).lo único para alcanzar la vida eterna es amar a Dios y amar al prójimo, alguien pensaría que lo más importante sería volcarse en obras de caridad; justamente para corregir esa falsa impresión es la breve historia de Martha y María escrita por Lucas, la cual ocupa el lugar de una parábola. Marta, impulsada por el amor al prójimo se afana hasta perder la paz, olvidando la razón de su afán y de su entrega. El versículo de Lc 10,27 aparece como amor a Dios, sobre todo aún sobre uno mismo y amar al prójimo: -Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas y con toda tu mente, y a tu prójimo como a ti mismo. Este precepto aparece ahora aquí como amor a Cristo.
Lucas, médico no judío, compañero de viaje de Pablo por el año 51, por los años 80 escribió para una comunidad helenista, lo que le dio libertad para escribir. Marta administra su casa y recibe a Jesús en ella, algo impensable para el ámbito judío. También María escucha al Señor sentada a sus pies, lugar reservado a un discípulo varón, nunca a una mujer. Lucas pone a las mujeres como discípulas. Marta expone su queja a Jesús, pues no entiende el significado de la actitud de María. Como reproche cariñoso, Jesús repite el nombre de Marta y la invita a reflexionar; nunca le reprocha su actitud, pero sí su activismo. Jesús no critica su servicio, pero sí que se deje abrumar por los servicios domésticos y le invita a mirar la actitud de su hermana.
Jesús proclama que María ha elegido la mejor “parte”, aludiendo a una palabra utilizada en el Antiguo Testamento que se refiere a la porción de herencia distribuida entre las tribus, según el salmo 16 (15). La parte más hermosa de la heredad es el Señor; María eligió poner en su vida como principio fundamental a Jesús y consecuentemente se sienta a sus pies.
FOTO: “ Marta y María Gregorio Pagani - Cristo en la casa de Martha y de Maria (Christus im haus der Martha und Maria)”
El Evangelio del Señor en casa de Marta y María es una pieza de altísimo valor doméstico. Quiero decir que vale mucho para la vida "ad intra" de la Iglesia, porque es una preciosa ilustración del Señor. Además opino que es de las pocas escenas en que el Señor está verdaderamente "cómodo" y derrama a torrentes simpatía y buen humor divino. Son muy pocas, contadas, las escenas parecidas que se pueden encontrar en el Evangelio.
Como cada época ha figurado a Cristo según la imaginación del momento, son muchos los "flashes" que le han hecho. El de nuestra contemporaneidad es bastante defectuoso y engañoso, muchas veces con impostaciones en las que se nota mucho el filtro ideologizado del retratista. ¿Recuerdan la estampa del JesucristoSuperStar??? ¿Y el cartelito del SeBusca??? Tremendos engendros del post-68 post-conciliar. Y de remate el del fotograma de cine tipo Zeffirelli todo meloso pero apuntando maneras de los 70-80; y el último el de Mel Gibson que nada más salir en pantalla le ponen al Cristo un ojo morado, y en un flash-back sale bromeando con su Madre sentándose de un culazo en una banqueta (o una mesa?), muy divertidos los dos.
No imaginan ustedes los reparos que me dan cuando tengo que referirme a "bromas" o "chistes" por inocentes que sean (no sé si en este asunto cabe decir "inocente", me parece que no) si se refieren al Señor. De los Santos soy capaz de pitorrearme porque de ellos a mí y de mí a ellos sólo hay gracia por el lado bueno y un mismo barro por la parte mala. Y esperanza de llegar a ser. Pero las cosas del Señor no admiten tonterías porque es Él, se trata de Él. No sé si me explico.
Además Él suele ser muy serio. En la célebre Carta de Léntulo se dice esto:
- "...Cuando reprende inspira temor, pero al poco tiempo las lágrimas asoman a sus pupilas; hasta en sus rigores es afable y bondadoso. Dícese que jamás se le ha visto reir, y en cambio llora con frecuencia..."
Claro que la Carta de Léntulo es un "apéndice" apócrifo, despreciado por los exegetas crítico-metódicos. Pero lo que dice la Carta de Lentulo es curiosamente apropiado, porque en los Evangelios no se dice que Cristo riera, pero si se cuenta que Cristo lloró. A muchos se les olvidan estos "detalles".
Bien, pues yo estoy convencido de que cuando el Señor dijo eso de "Marta, Marta, andas inquieta y nerviosa..." etc (Lc 10, 38-42) lo dijo con toda su simpatía nazarena y derrochando divino humor, buen humor. Se puede uno figurar el momento con una sonrisa del Señor, amable y confiada, sabiendo qué decía y a quién lo decía.
Dicho esto, vale hacerse una pregunta: ¿A quién amaba más el Señor, a María que escuchaba o a Marta que trajinaba y servía y no había escogido la "parte mejor"? La respuesta está en Jn 11 5, que dice que "...Jesús quería mucho a Marta, a su hermana y a Lázaro", en ese orden: Marta, María y Lázaro. Otro detalle.
Es también una curiosidad ver en ese capítulo 11 de San Juan que narra la resurrección de Lázaro, cómo se confirman con otra descripción en otro ambiente totalmente distinto al de la escena del hospedaje los caracteres de las dos hermanas: Cuando les dicen que ha llegado el Señor, Marta la activa sale corriendo, desenfrenada, y se "encara" con el Señor:
- "...Marta dijo a Jesús: 'Señor, si hubieras estado aquí, mi hermano no habría muerto. Pero yo sé que aun ahora, Dios te concederá todo lo que le pidas'. Jesús le dijo: 'Tu hermano resucitará». Marta le respondió: 'Sé que resucitará en la resurrección del último día'. Jesús le dijo: 'Yo soy la Resurrección y la Vida. El que cree en mí, aunque muera, vivirá;
y todo el que vive y cree en mí,no morirá jamás. ¿Crees esto?'.
Ella le respondió: 'Sí, Señor, creo que tú eres el Mesías, el Hijo de Dios, el que debía venir al mundo'..." Jn 11, 20-27
Es uno de los diálogos más tensos y dramáticos de todo el Evangelio: Marta destrozada por el dolor debatiendo con el Señor, con una fe poderosa que va avanzando a cada palabra del Señor. Hasta que termina con esa confesión de fe, casi del mismo nivel que la de San Pedro: "...Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios, el que debía venir al mundo" ¡Formidable Marta!
Y María, la "contemplativa", mientras dura esta escena se queda quieta en casa, y sólo acude cuando la manda llamar el Señor. También es Marta, práctica y realista, que está en todo detalle, la que advierte que el cadáver de Lázaro hiede porque lleva enterrado 4 días. Esa es Marta, con la fetidez de la muerte en la nariz y la expectación del milagro en el alma.
Y cuando la unción en Betania, otra vez lo mismo: "Marta servía..." Jn 12, 2. Y María se desmelena y embalsama con nardo purísimo los pies del Señor. Quién es quien otra vez retratadas. Y el Señor estupendamente servido y regalado, dejándose querer y conociendo en perfección a cada una de las dos admirables discípulas.
La Iglesia antigua tuvo en tanto aprecio el Evangelio de la escena de Cristo en casa de Marta, que lo leía en la Solemnidad de la Asunción, el 15 de Agosto, haciendo una lectura alegórica de su final "...María ha escogido la parte mejor y no se la quitarán" y aplicándola al Misterio de la Asunción de la Virgen. Un admirable "sentido".
Pero yo opino que a pesar de la predilección con que la Iglesia interpreta el sentido de la superioridad de la contemplación de María sobre la actividad de Marta, en esa escena la simpatía del Señor está con Marta, y "bromea" con Marta a costa de la contemplativa María. Y, desde luego, aquel día el Señor fué esplendidamente agasajado, servido y hospedado, y comería todas las ricuras de una buena mesa gracias a Marta que guisaba y no a María que se arrobaba.
Marta es una devoción católica, de esos santos que se veneran lo mismo en España que en el Ponto Euxino, por católicos y por ortodoxos, por europeos, africanos, asiáticos y americanos. Una santa católica-católica con devocionario universal, tan querida e invocada por doquier.
En Sevilla la devoción más antigua se vincula con el desaparecido Hospital de Santa Marta, cuya mitad devora la Diputación y la otra parte sirve de honesto y santo enclave para la clausura conventual de las RR. MM. Agustinas Ermitañas, desde que los franceses les demolieron su monasterio sito en el solar de la Plaza de la Encarnación, donde hoy están levantando la monstruosidad de los hongos malignos sociatas (peste de infame confusión). Cuando les derribaron el convento se aposentaron en unas casas anejas al Hospital de Santa Marta y se les dio la Capilla para su uso conventual. Allí, en el ático del retablo, en una hornacina, está la Santa Marta más venerada de Sevilla, una imagen del XVII, de tamaño mediano, que durante mucho tiempo fue uno de los ingresos limosneros del convento.
Como cada época ha figurado a Cristo según la imaginación del momento, son muchos los "flashes" que le han hecho. El de nuestra contemporaneidad es bastante defectuoso y engañoso, muchas veces con impostaciones en las que se nota mucho el filtro ideologizado del retratista. ¿Recuerdan la estampa del JesucristoSuperStar??? ¿Y el cartelito del SeBusca??? Tremendos engendros del post-68 post-conciliar. Y de remate el del fotograma de cine tipo Zeffirelli todo meloso pero apuntando maneras de los 70-80; y el último el de Mel Gibson que nada más salir en pantalla le ponen al Cristo un ojo morado, y en un flash-back sale bromeando con su Madre sentándose de un culazo en una banqueta (o una mesa?), muy divertidos los dos.
No imaginan ustedes los reparos que me dan cuando tengo que referirme a "bromas" o "chistes" por inocentes que sean (no sé si en este asunto cabe decir "inocente", me parece que no) si se refieren al Señor. De los Santos soy capaz de pitorrearme porque de ellos a mí y de mí a ellos sólo hay gracia por el lado bueno y un mismo barro por la parte mala. Y esperanza de llegar a ser. Pero las cosas del Señor no admiten tonterías porque es Él, se trata de Él. No sé si me explico.
Además Él suele ser muy serio. En la célebre Carta de Léntulo se dice esto:
- "...Cuando reprende inspira temor, pero al poco tiempo las lágrimas asoman a sus pupilas; hasta en sus rigores es afable y bondadoso. Dícese que jamás se le ha visto reir, y en cambio llora con frecuencia..."
Claro que la Carta de Léntulo es un "apéndice" apócrifo, despreciado por los exegetas crítico-metódicos. Pero lo que dice la Carta de Lentulo es curiosamente apropiado, porque en los Evangelios no se dice que Cristo riera, pero si se cuenta que Cristo lloró. A muchos se les olvidan estos "detalles".
Bien, pues yo estoy convencido de que cuando el Señor dijo eso de "Marta, Marta, andas inquieta y nerviosa..." etc (Lc 10, 38-42) lo dijo con toda su simpatía nazarena y derrochando divino humor, buen humor. Se puede uno figurar el momento con una sonrisa del Señor, amable y confiada, sabiendo qué decía y a quién lo decía.
Dicho esto, vale hacerse una pregunta: ¿A quién amaba más el Señor, a María que escuchaba o a Marta que trajinaba y servía y no había escogido la "parte mejor"? La respuesta está en Jn 11 5, que dice que "...Jesús quería mucho a Marta, a su hermana y a Lázaro", en ese orden: Marta, María y Lázaro. Otro detalle.
Es también una curiosidad ver en ese capítulo 11 de San Juan que narra la resurrección de Lázaro, cómo se confirman con otra descripción en otro ambiente totalmente distinto al de la escena del hospedaje los caracteres de las dos hermanas: Cuando les dicen que ha llegado el Señor, Marta la activa sale corriendo, desenfrenada, y se "encara" con el Señor:
- "...Marta dijo a Jesús: 'Señor, si hubieras estado aquí, mi hermano no habría muerto. Pero yo sé que aun ahora, Dios te concederá todo lo que le pidas'. Jesús le dijo: 'Tu hermano resucitará». Marta le respondió: 'Sé que resucitará en la resurrección del último día'. Jesús le dijo: 'Yo soy la Resurrección y la Vida. El que cree en mí, aunque muera, vivirá;
y todo el que vive y cree en mí,no morirá jamás. ¿Crees esto?'.
Ella le respondió: 'Sí, Señor, creo que tú eres el Mesías, el Hijo de Dios, el que debía venir al mundo'..." Jn 11, 20-27
Es uno de los diálogos más tensos y dramáticos de todo el Evangelio: Marta destrozada por el dolor debatiendo con el Señor, con una fe poderosa que va avanzando a cada palabra del Señor. Hasta que termina con esa confesión de fe, casi del mismo nivel que la de San Pedro: "...Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios, el que debía venir al mundo" ¡Formidable Marta!
Y María, la "contemplativa", mientras dura esta escena se queda quieta en casa, y sólo acude cuando la manda llamar el Señor. También es Marta, práctica y realista, que está en todo detalle, la que advierte que el cadáver de Lázaro hiede porque lleva enterrado 4 días. Esa es Marta, con la fetidez de la muerte en la nariz y la expectación del milagro en el alma.
Y cuando la unción en Betania, otra vez lo mismo: "Marta servía..." Jn 12, 2. Y María se desmelena y embalsama con nardo purísimo los pies del Señor. Quién es quien otra vez retratadas. Y el Señor estupendamente servido y regalado, dejándose querer y conociendo en perfección a cada una de las dos admirables discípulas.
La Iglesia antigua tuvo en tanto aprecio el Evangelio de la escena de Cristo en casa de Marta, que lo leía en la Solemnidad de la Asunción, el 15 de Agosto, haciendo una lectura alegórica de su final "...María ha escogido la parte mejor y no se la quitarán" y aplicándola al Misterio de la Asunción de la Virgen. Un admirable "sentido".
Pero yo opino que a pesar de la predilección con que la Iglesia interpreta el sentido de la superioridad de la contemplación de María sobre la actividad de Marta, en esa escena la simpatía del Señor está con Marta, y "bromea" con Marta a costa de la contemplativa María. Y, desde luego, aquel día el Señor fué esplendidamente agasajado, servido y hospedado, y comería todas las ricuras de una buena mesa gracias a Marta que guisaba y no a María que se arrobaba.
Marta es una devoción católica, de esos santos que se veneran lo mismo en España que en el Ponto Euxino, por católicos y por ortodoxos, por europeos, africanos, asiáticos y americanos. Una santa católica-católica con devocionario universal, tan querida e invocada por doquier.
En Sevilla la devoción más antigua se vincula con el desaparecido Hospital de Santa Marta, cuya mitad devora la Diputación y la otra parte sirve de honesto y santo enclave para la clausura conventual de las RR. MM. Agustinas Ermitañas, desde que los franceses les demolieron su monasterio sito en el solar de la Plaza de la Encarnación, donde hoy están levantando la monstruosidad de los hongos malignos sociatas (peste de infame confusión). Cuando les derribaron el convento se aposentaron en unas casas anejas al Hospital de Santa Marta y se les dio la Capilla para su uso conventual. Allí, en el ático del retablo, en una hornacina, está la Santa Marta más venerada de Sevilla, una imagen del XVII, de tamaño mediano, que durante mucho tiempo fue uno de los ingresos limosneros del convento.
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